Antes de ser “el hermano político” de López Obrador, Adán Augusto era simplemente Adán. Un joven tabasqueño que leía a Octavio Paz y soñaba con ser abogado, no gobernador. Estudió Derecho en la UJAT y luego en la UNAM, pero fue en los pasillos del PRD donde se le despertó el colmillo político.
Su carta fuerte: la lealtad. Desde los años 90, cuando AMLO era solo “el que protesta en pozos petroleros”, Adán ya estaba ahí, al fondo, apuntando nombres, anotando traiciones, organizando estructuras.
📌 Fue senador, diputado y hasta notario (sí, literalmente firmaba escrituras), pero el verdadero brinco lo dio cuando dejó la pluma para tomar el mando en Tabasco. Gobernó su estado solo tres años… porque AMLO lo llamó a la CDMX.
¿El encargo? Nada menos que la Secretaría de Gobernación, en pleno 2021. Su misión: calmar a los gobernadores, negociar con el Congreso y apagar fuegos políticos. Lo hizo sin reflectores, pero con mano firme.
🎙 En las mañaneras, hablaba poco. Pero cuando lo hacía, sonaba a encargo presidencial. Muchos lo vieron como el “Plan B” de AMLO, un operador silencioso, casi de perfil bajo… pero de confianza total.
Hoy, Adán ya no es solo el amigo del presidente. Es una figura con peso propio. Conoce el aparato desde adentro, juega con piezas grandes y, aunque no grita, sabe mover fichas en silencio.